Cintia Birán, Psicóloga.
Vivir cerca de una persona con rasgos narcisistas puede ser una experiencia tan confusa como
dolorosa. A menudo, estas personas se muestran seguras, encantadoras y llenas de carisma en un
primer momento. Sin embargo, con el tiempo, ese brillo inicial se transforma en una dinámica
en la que sientes que nunca eres suficiente, que tus emociones no importan o que vives
pendiente del estado de ánimo del otro.
El narcisismo no siempre se manifiesta de forma evidente. Puede esconderse detrás de un padre
o madre que nunca reconoce lo que haces bien, una pareja que te hace sentir culpable cada vez
que intentas poner límites, un jefe que se atribuye tus logros y critica tus errores, o un/a amigo/a
que solo aparece cuando necesita algo de ti. En todos los casos, el resultado suele ser el mismo:
agotamiento emocional, inseguridad y una pérdida progresiva de autoestima.
¿Cómo se comporta una persona narcisista?
Las personas con un patrón narcisista necesitan sentirse admiradas y superiores. Les cuesta
empatizar, reconocer errores o aceptar la vulnerabilidad propia y ajena. Suelen mostrarse
dominantes, exigentes o críticos, y su bienestar parece depender de tener el control.
Algunos comportamientos habituales son:
- Buscar atención y reconocimiento constantemente.
- Minimizar o invalidar las emociones de los demás.
- Reaccionar con ira, desprecio o indiferencia ante las críticas.
- Manipular o culpar al otro para mantener su posición de poder.
- Alternar fases de cercanía y rechazo, generando confusión.
Estas actitudes pueden hacerte dudar de ti mismo/a, sentirte culpable sin motivo o vivir con
ansiedad ante la idea de “no hacerlo bien”.
El impacto en quien convive con un narcisista
Relacionarse con alguien así acaba afectando profundamente a la salud emocional. Muchas
personas desarrollan una especie de hipervigilancia emocional, intentando anticipar el estado
del otro para evitar conflictos. Otras se acostumbran a reprimir sus necesidades por miedo a ser
juzgadas, y algunas llegan incluso a dudar de su propio criterio o memoria debido a la
manipulación constante (lo que se conoce como gaslighting).
A largo plazo, este tipo de vínculos puede generar culpa, ansiedad, aislamiento y una profunda
sensación de desgaste. Aprender a identificar estas dinámicas es el primer paso para protegerte
y recuperar tu equilibrio.
La importancia de la autoprotección
Protegerte emocionalmente no significa volverte frío o desconfiado, sino reconocer tus límites,
validar tus emociones y dejar de justificar lo injustificable. Implica tomar conciencia de que no
puedes cambiar al otro, pero sí puedes decidir cómo responder y hasta dónde implicarte.
Poner distancia, reducir el contacto o incluso cortar la relación, en algunos casos, es un acto de
salud mental. Es una forma de reconectar contigo mismo/a y recuperar tu poder personal.
¿Cómo puede ayudarte la terapia?
El acompañamiento psicológico te permite entender por qué te has vinculado con personas de este tipo, fortalecer tu autoestima y aprender estrategias para establecer límites sanos. En terapia, trabajamos contigo para reconstruir tu seguridad interna, gestionar la culpa y desarrollar herramientas de autoprotección emocional.
Reflexión final
Nadie debería sentirse mal, con confusión o culpabilidad por intentar amar o cuidar a alguien que no muestra empatía. Si te reconoces en esta situación, es momento de priorizarte. La terapia puede ser el espacio donde aprendas a sanarte, poner límites y recuperar tu bienestar emocional.
Si necesitas apoyo para salir de una relación dañina o aprender a protegerte emocionalmente, puedo acompañarte en este proceso. Trabajaremos para que vuelvas a sentirte en calma y que recuperes las riendas de tu vida.